jueves, agosto 26, 2010

CARTA ABIERTA A LA IGLESIA EN CHILE

CARTA ABIERTA A LA IGLESIA EN CHILE
Por Cristian Romo
Me dirijo en primer lugar a todos los siervos de Dios que tienen responsabilidad en guiar al pueblo de Dios y luego a la Iglesia en general.Estamos viviendo días muy agitados a raíz de la provocación del mundo humanista que cada vez quiere ver a Dios fuera de todo el escenario humano, me parece escuchar otra vez aquellas voces que se levantaron en Jerusalén para rechazar a Jesús: “No queremos que este reine sobre nosotros”. Esta es la misma actitud del ser humano, como lo expresa el Salmo 2 “¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra el Señor y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas” La respuesta a esto es la siguiente: “El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos” Lo que el mundo ignora es el hecho que Jesús no es el que andaba en Galilea con sandalias y limitado como nosotros en muchas cosas. Jesucristo hoy es el Señor del universo, de la historia, de la Iglesia y de la vida. Motivado e impulsado por el Señor, quien es cabeza de la Iglesia y en mi calidad de ministro suyo es que asumo el deber de comunicar a los llamados por el Señor a formar parte de la familia de Dios, algunas cosas que tienen que ver con la naturaleza de la Iglesia y su función aquí en la tierra. Hace ya mucho tiempo que vengo observando el comportamiento proselitista de algunos líderes cristianos que al parecer solo buscan protagonismo en el escenario nacional no aportando mucho con tal actitud a la oración sacerdotal de Jesús de que seamos uno para que el mundo crea en Jesús. Con esto no pretendo acusar a nadie pero si llamar la atención a los que tenemos la mayor responsabilidad ante el pueblo de Dios, de conducirles por el camino correcto que Jesucristo nos dejó trazado. Recordemos que es Jesús quien tiene el plano del proyecto eterno de Dios que es la Iglesia y que Él es quien edifica la iglesia, y nosotros somos sus colaboradores si es que el nos ha llamado a serlo, porque él no quiere voluntarios sino llamados. Es muy triste ver el escenario de la Iglesia hoy con muchos que se autodenominan con algún ministerio que nació solo en su mente pero que no tiene ni la aprobación de la Iglesia y menos del Señor. Estamos en realidad en una triste competencia de querer cargos que no se han recibido de quien es cabeza de la Iglesia, quien además tiene la prerrogativa de escoger a quien él quiere, porque esto no es una democracia en donde se elige por simpatía, sino esto está determinado por el gobierno de Dios que está completamente en las manos de Jesucristo a quien el Padre dio toda la autoridad en el cielo y en la tierra. Nosotros no podemos inventar ministerios ni levantar dones, cosa que es exclusiva del Señor. No olvidemos que la naturaleza de la Iglesia es de carácter divino, por tanto saquemos nuestras manos donde no deben estar y devolvamos al Señor lo que le pertenece. La Iglesia no nace en Jerusalén, sino en la eternidad, antes de la fundación del mundo estaba diseñada en el corazón de Dios. No pretendamos nosotros aconsejar al Señor de lo que debe hacer, más bien busquemos en la intimidad el diseño ya determinado por Dios. Otra de las preocupaciones que el Señor tiene respecto del comportamiento de la Iglesia, es el poco discernimiento que hay con relación a la influencia del humanismo secular que ha invadido la Iglesia y en vez de alejarnos de lo que es realmente nocivo y repulsivo para Dios, se está aceptando las propuestas del mundo secularizado y materialista que están completamente en contra de los principios de Dios. Menciono algunos ejemplos solamente; el divorcio y recasamiento, el aborto y recientemente una inclinación a aceptar las propuestas de la anormalidad del homosexualismo en sus variadas formas. Asumo en esto el rol profético en este momento histórico para denunciar este flagelo y la poca visión con que se está enfrentando este momento de la historia. Queremos un avivamiento, pero este no se manifiesta sobre la suciedad, sino en virtud de un genuino arrepentimiento.Iglesia, es tiempo que nos despojemos de la apariencia y nos vistamos de honestidad y humildad, y que podamos darnos cuenta que mientras mantengamos una postura meramente religiosa, no vamos a ver nacer el sol de justicia en nuestro país. Siervos de Dios, les ruego por amor al señor dejemos las posturas extremas y humillémonos ante nuestro Señor de todo corazón, aceptándonos unos a otros con humildad y sencillez. No hay más tiempo que perder, cerremos filas ante todos los ataques del mundo y Satanás. Dejemos los enfrentamientos y críticas internas, renunciemos a los egoísmos teológicos, terminemos con el narcisismo religioso y entreguemos al Señor todo nuestro ser a fin de ser útiles en esta última etapa de la historia. Apoyemos toda acción que como Iglesia se está proponiendo para alcanzar a todos nuestros compatriotas. Me refiero a toda acción que exalte a Jesucristo y no necesariamente tenemos que respaldar a alguna persona en particular para levantar su ministerio o movimiento personal. Que Dios tenga misericordia de nosotros y nos permita ser protagonistas del más grande despertar espiritual de este tiempo de la historia. Que nuestro país sea conmovido por una Iglesia que sabe oír al Señor y que está completamente convicta de los valores del Reino de Dios, que no se presta para tranzar nada y que tampoco se vende por componendas políticas. Recordemos, somos la única fuente de autoridad profética en la tierra como Iglesia, si le fallamos a Dios, este mundo no tiene ninguna esperanza. Por último, se que esta carta será juzgada de diversas maneras, no importa, el que tiene oídos para oír, oiga lo que el Señor le dice a la iglesia hoy. Por favor leer 2 Crónicas 36:11-21 Mateo 24:1-14; 1 Timoteo 4:1; 2 Timoteo 3:1-5.
Cristian Romo Jiménez
Presidente de Comunidad Cristiana
Siervo de Jesucristo
Agosto de 2010.-